Cuando las costumbres aztecas desafiaron las normas de la conquista.
Cuando los españoles desembarcaron en América, no solo encontraron un nuevo mundo por conquistar, ¡sino una fiesta salvaje de placeres aztecas que los dejó boquiabiertos! Entre las selvas de nuevas experiencias, los indígenas y sus clanes tenían prácticas sexuales que hacían que los recién llegados españoles se preguntaran si habían tomado el barco correcto.
Los conquistadores se quedaron atónitos ante las costumbres eróticas de los aztecas. Este imperio estaba lleno de clanes, cada uno con su propio toque especial, pero todos compartiendo un enfoque bastante relajado ante la vida, ¡o ante la cama!
Ahora, lo que pasaba en realidad no se conoce del todo. Los relatos provienen mayormente de los cronistas españoles, cuyas plumas moralistas juzgaban y condenaban las travesuras aztecas. «Tenían excesos carnales, hijos con madres, hermanos con hermanas y tíos con sobrinas; encontraron a muchos entregados a este vicio de poca vergüenza. Y de sus juergas etílicas, ni te cuento las cosas asquerosas que se decían», escribió el conquistador Bernal Díaz del Castillo.
Las prácticas homosexuales y orgiásticas de los aztecas fueron, por supuesto, una verdadera bomba para los españoles. Se quedaban boquiabiertos ante la abundancia de esculturas fálicas y sexuales del pueblo americano. A diferencia de la religión católica, los dioses aztecas estaban directamente relacionados con el erotismo, ¡así que la sexualidad era casi una barra libre! La diosa Tlazoltéotl, por ejemplo, era la divinidad de la lujuria y los amores prohibidos. Los españoles, tratando de ocultar sus propios rubores, intentaron esconder las prácticas más atrevidas a través del velo del cristianismo. Es decir, que si hablamos de placer, los aztecas llevaban la delantera en el terreno prohibido.
Pero ¡alto ahí! No todo era un desenfreno descontrolado. Los aztecas tenían sus propias reglas en materia de amor y pasión. El escritor Mark Forsyth, en «Una Borrachera Cósmica», cuenta cómo uno de los emperadores aztecas criticó el pulque, la bebida local, por motivos morales: «Ante el adulterio, la violación, el libertinaje de las jóvenes, el incesto, el robo, el crimen, las maldiciones (…) siempre está la embriaguez». Además, las mujeres debían ser sumisas ante sus esposos. ¡Y la poligamia estaba tan de moda que hasta hubo emperadores que tenían hasta dos mil concubinas a su disposición! —es decir, hipocresía moralista ha habido en todas las culturas.
El siglo XVI trajo consigo la destrucción del Imperio azteca a manos de los españoles y sus aliados. Aunque los indígenas conocían el arte del placer, la evangelización de América por parte de las coronas europeas puso fin a la fiesta. ¡Así que levantemos nuestras copas (de pulque, por supuesto) y brindemos por los secretos aztecas que hicieron ruborizar incluso a los conquistadores más intrépidos!
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