El erótico baile de
“Los Bridgerton”
En la serie “Los Bridgerton”, las llamas de la pasión son tan intensas como los corsés que se aprietan. Esta deliciosa mezcla de drama, romance y escándalo nos lleva a los salones de la alta sociedad londinense de la Regencia, invitándonos a un baile desenfrenado con el amor, el sexo y los secretos como los invitados más atrevidos. Desde su estreno en diciembre de 2020, la primera temporada fue un banquete erótico con los Bridgerton como maestros de ceremonias.
¿Qué podemos esperar cuando el misterio se enreda con el deseo en los salones de la aristocracia? ¡Escándalos, por supuesto!
Inspirada en las novelas de Julia Quinn, la trama inyecta una frescura moderna en la narrativa histórica, ofreciendo un elenco diverso. La segunda temporada, centrada en los enredos amorosos de Anthony Bridgerton, reserva sus propios secretos palpitantes y dramas seductores.
“Querido lector”, esas son las palabras mágicas que abren las crónicas de Lady Whistledown, sacudiendo la aristocracia con chismes más potentes que una bomba atómica. Las comparaciones con la “Gossip Girl”; de antaño son inevitables, pero aquí, o al menos para Taboos, el verdadero tesoro de esta elegante ficción se desvela tras los votos matrimoniales de Daphne Bridgerton y Simon Bassett. Ahí reside el auténtico arte de casarse, al menos según nuestros estándares.
Después del “Sí, Acepto”, la pareja nos regala una sinfonía de deleites que desafían las expectativas y encienden las llamas del deseo con una pasión que hace que el matrimonio sea algo digno de ser anhelado. En los salones de la alta sociedad, Daphne y Simon nos demuestran que la unión conyugal puede ser una deliciosa travesía llena de sorpresas sensuales. En pocas palabras, ¿Hay sexo? ¡Sí y mucho!
En el ámbito erótico, Los Bridgerton introducen el “slow sex”, una danza deliciosa y excitante que juega con la demora, intensificando la pasión. La serie destila la importancia del lenguaje corporal, donde las miradas, los gestos y la espera hablan más que las palabras. En Los Bridgerton, el cortejo se convierte en una ceremonia vistosa y sofisticada, donde las miradas, las cejas alzadas y los gestos sutiles desatan una pasión que se aprecia en el rostro de los protagonistas. A pesar de las críticas, el slow sex emerge como una preferencia, enfocándose en disfrutar cada detalle, sin apresurarse hacia la meta.
‘‘De modo que besarla se convirtió en un asunto de supervivencia. Era muy sencillo. Si no la besaba, si no la devoraba, moriría’’.
Julia Quinn en «El Duque y yo»
La serie coquetea con el mito del amor romántico, donde la idealización brilla con fuerza. Este romanticismo se manifiesta en la conexión emocional, trabajando la parte afectiva sin desgajar lo sexual. Los Bridgerton apuestan por la sutileza, la conexión prolongada y la dilación, creando una travesía apasionante —todo muy lento, pero cuando llegan… se pasan.
La segunda temporada puede ofrecer menos escenas de sexo, pero las tensiones entre Anthony Bridgerton y Kate Sharma crean igualmente momentos vívidos y excitantes. La pasión contenida entre ellos, llena de resistencia y contratiempos, intensifica su deseo y hace que su encuentro sea más explosivo.
En Los Bridgerton, la combinación de amor y sexo es irresistible, una lección que la cronista Lady Whistledown aún no ha explorado —a lo mejor una pasantía por Taboos la ayudaría a llevar a sus lectores a la cama y no a los duelos.
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